EL PARADIGMA
DE LA SOLTERIA
Cada día crecen los adeptos a la
soltería. Ya el ícono, del hombre o la mujer, no es el matrimonio o
vivir en pareja, es el bienestar que representa el tener una relación estable
consigo mismo.
La sociedad, la insatisfecha de
siempre, ha perdido su fuerza como patrón de influencia determinante. Los valores no
provienen del entorno sino de la manera como la persona concibe su
realidad. Se censura a la joven que se casa a temprana edad, lo cual era
lo usual en el siglo
pasado. Pero también se critica a la que pasado los 35 sino no lo ha
hecho.
La mujer es la cabecilla de los
ardides. El hombre, si no es homosexual, termina siempre por ceder ante la
seducción femenina, y es atrapado en las redes del matrimonio. El punto es
como lograrlo!
La mujer de hoy fortalece su
confianza, satisfacción dependiendo de la manera como concibe la
soltería.
La mujer que desea casarse por
que sí. Es realista, ve al hombre como
la solución a sus problemas personales y
patrimoniales: la que quiere hacer realidad el cuento de hadas y contar con un
protector y proveedor.
La mujer que se siente inferior por
estar soltera. Es depresiva, se aparta
de toda posibilidad de conseguir pareja, aislándose y auto compadeciéndose.
La mujer que se desespera. Es
impaciente, a toda costa debe localizar pareja, deambula de bar en bar, recurre
al sexo con frecuencia con recién conocidos y comete toda clase de
desafueros que hacen que el hombre olfatee su desesperación , se sienta
agredido y se aleje espantado.
La mujer que actúa por
imitación. Es caprichosa, no se quiere quedar atrás de sus amigas, ya
estas están casadas y con hijos y no se resigna a ser la única del grupo
que no ha logrado cazar a un hombre. Por eso este tipo de mujer eleva cada día
su estándar porque tiene que ser mejor su futuro esposo que el de todas sus amigas
o conocidas. Ya que tardó más que las otras, por lo menos les ganará en calidad
del candidato.
.
La mujer que vive en pareja sin
casarse. Es desafiante, rompe con los esquemas sociales y decide
disfrutar de su relación sin el sacramento del matrimonio. En tiempos
pasados esto era impensable o censurable, ahora es cada día más frecuente y la
pareja vive unida por el amor, la comodidad o compartiendo intereses comunes.
La mujer que disfruta su soltería. Es
valiente, vive su momento con alegría,
determinación y eficiencia. Siempre esta hermosa, acepta todas las invitaciones
de amigos, está abierta a realizar diversas actividades que la hagan crecer
como persona y en apoyo de los demás. Se divierte porque no tiene
compromisos, ni ataduras, su independencia facilita elegir al candidato
que más se acerque a su ideal, sin importarle si es mejor o no al de sus amigas
porque lo que realmente necesita es que la amen, la respeten y la hagan feliz
La mujer soltera debe sentirse
orgullosa de su estado, debe ser selectiva,
hacerse desear, valorar y respetar. El hombre debe tener presente que
aunque hay mucha
oferta,
la mujer sigue teniendo ventajas, la
maternidad es una de ellas. Ambos se necesitan para cumplir con las leyes naturales de la vida.
Lo cierto es que antes y
ahora la mujer sigue soñando con ir al altar y tener
hijos, es algo que forma parte de su esencia y existencia. El miedo
a la soledad persiste y el vivir en pareja, es el ideal. Lo que si ha cambiado es la concepción
del entorno ante el estado de ser soltero(a)
En los tiempos actuales la mujer
que no se ha casado se dedica a realizar actividades que la hagan sentir plena,
realizada .Prefiere esperar y mantener su dignidad a perderla por
satisfacer las críticas constantes que le desean imponer una forma de vida
distinta a la que cree merecer.
El hombre pasadito de años
que no ha logrado mantener a su lado una
pareja, esto representa un descrédito a
los ojos de algunas y un reto para
otras. Las primeras piensan que así serán las mañas y defectos ocultos que
nadie ha permanecido a su lado no obstante la conocida escasez de los integrantes de su género, y las segundas consideran un desafío poderlo
atrapar y obvian algunos asuntillos que están a la vista.
La soltería ya no es un estigma, es un juego de fuerza.