CÓMO NOS PREPARAMOS PARA AMAR Y SER AMADOS
Para
amar. Vamos a introducirnos en nuestro yo interior
hasta encontrar qué nos desagrada, qué nos gustaría mejorar. Una vez conciente
de que tenemos que hacer cambios, busquemos las herramientas para lograrlo.
Nuestras vivencias,
tropiezos, errores, aciertos. El buen criterio
de un amigo, de un dirigente religioso,
lectura de literatura sobre el tema, todo puede ayudarnos a continuar avanzando por el camino de la
sabiduría.
Debemos perdonarnos,
no importa cuantas y las repetidas veces
que hemos cometido los mismos traspiés,
dejemos de culparnos por lo que no obtenemos en el momento en el que lo
queremos.
No nos esforcemos
tanto en ser perfectos, abandonemos el rechazo por nuestros defectos, asumámoslos, aceptémoslos, dejemos de ser nuestros propios
verdugos.
Para
ser amado. Una vez que aprendamos a querernos estamos preparados
para recibir amor. Las personas perciben su seguridad, armonía, capacidad de entender las flaquezas
humanas sin convertirse en juez, de
comprender los miedos de los demás porque nosotros también los tenemos, de aceptar comentarios inadecuados porque a
veces nosotros nos olvidamos de ‘el filtro’. Mientras más caritativos seamos
con lo demás, nuestros temores irán desapareciendo y nuestras sombras desvaneciéndose.
Celebremos cada triunfo, los de todos. No hay
engrandecimiento sino agradecimiento a Dios por que amamos y dejamos que nos
amen.
Si no somos amados
es porque no lo permitimos. Si alguien está a nuestra puerta, vamos a permitir que entre
sin miedo. Ofrezcámosle la oportunidad de conocernos, de conectarse en armonía.
Luego dispongámonos a disfrutar de su presencia
sin ansiedades ni expectativas inmediatas.
Hay que establecer
una comunicación fluida pero sin contar
intimidades, ni secretos de anteriores relaciones. Es hermoso crear el ambiente
de que la historia se está empezando a escribir a partir de ese momento.
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