LOS QUE SE CASAN POR AMOR.
Los primeros años son pasionales, emocionales
y llenos de expectativas. El sexo, la maternidad, los logros profesionales son
puestos en escena para representar el papel que se nos fue asignado.
Se tienen los hijos, se crían. Se trabaja duro
para alcanzar el éxito profesional. El sexo pierde
protagonismo porque ya los niños y la faena diaria nos dejan exhaustos.
Al presentarse cualquier crisis, el estrés
comienza y con él se plantea dar por
terminada la relación y divorciarse pareciera la formula para superar esta etapa;
la manera de recuperar la libertad y la tranquilidad.
Cuando la pareja, cae en cuenta que se
necesitan dos para bailar, se
convierten en aliados en la lucha para
mantenerse juntos, empieza la etapa de solidez, de la estabilidad. Se ganó la primera contienda.
Sin
embargo la lucha continúa. La
convivencia traerá problemas que nos
harán vacilar y someterá a prueba el
amor, la estima, el respeto, el grado de compromiso que poseemos para superar cualquier desavenencia.
Lo que logran adaptarse a los cambios pueden
vencer cada pequeña batalla. Ellos seguirán ocupando el mismo territorio y son las parejas que vemos que superan los
20, 40 o más años.
No es bueno
pensar que estamos consolidados por llevar tanto tiempo juntos. Cada día
debemos seguir cultivando la tierra que se adquirió para construir la
estructura que nos dio cobijo, con
esmero y especial cuidado. Deben
prevalecer esos puntos coincidentes que nos fortalecieron y permiten continuar en el mismo sendero.
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