sábado, 29 de septiembre de 2012


LOS QUE SE CASAN POR AMOR.

Los primeros años son pasionales, emocionales y llenos de expectativas. El sexo, la maternidad, los logros profesionales son puestos en escena para representar el papel que se nos fue asignado.

Se tienen los hijos, se crían. Se trabaja duro para alcanzar el éxito profesional. El sexo   pierde protagonismo porque ya los niños y la faena diaria nos dejan exhaustos.
Al presentarse cualquier crisis, el estrés comienza y con él   se plantea dar por terminada la relación y divorciarse pareciera la formula para superar esta etapa; la manera de recuperar la libertad y la tranquilidad.

Cuando la pareja, cae en  cuenta que se  necesitan dos para bailar,  se convierten en aliados en la lucha  para mantenerse juntos, empieza la etapa de solidez, de la  estabilidad. Se ganó la primera contienda.

 Sin embargo la lucha  continúa. La convivencia  traerá problemas que nos harán vacilar  y someterá a prueba el amor, la estima, el respeto, el grado de compromiso que poseemos  para superar cualquier desavenencia.

Lo que logran adaptarse a los cambios pueden vencer cada pequeña batalla. Ellos seguirán ocupando el mismo territorio  y son las parejas que vemos que superan los 20, 40 o más años.

No es bueno   pensar que estamos consolidados por llevar tanto tiempo juntos. Cada día debemos seguir cultivando la tierra que se adquirió para construir la estructura que nos dio cobijo,  con esmero y  especial cuidado. Deben prevalecer esos puntos coincidentes que nos fortalecieron y permiten  continuar en el mismo sendero.

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