EL AMOR
Si yo hablase lenguas humanas y angelicales pero no
tengo amor, no soy más que un metal o un platillo que hace ruido.
Y si tuviese profecía, todo conocimiento y entendiese todos los
misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe de tal manera que
trasladase las montañas, y no tengo amor, no soy nada.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a
los pobres y si entregase mi cuerpo para que lo consuman las llamas y no tengo amor, nada gano con eso.
El amor es paciente, es bondadoso; el amor no es
envidioso ni jactancioso, ni orgulloso.
No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda
rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta.
El amor jamás
se extingue, mientras que el don de las
profecías cesará, el de las lenguas será silenciado, el del conocimiento
desaparecerá, pero el
amor nunca dejará de ser.
Porque en parte lo conocemos y en parte lo
profundizamos; más cuando venga el Amor perfecto, entonces lo que es en
parte se acabará.
Permanecerán
estas tres virtudes:
la fe, la esperanza y el amor. Pero la mayor
de ellas es el amor.
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