jueves, 9 de mayo de 2013



HISTORIAS DE LA VIDA REAL 

La alegría y tristeza de Katerina fuera de Venezuela


EN TIERRAS AJENAS

Ahora me encuentro en una ciudad de la Florida, EE.UU. Este país me ha brindado la oportunidad de permanecer en él con mis hijos, lo cual agradezco inmensamente. Yo he dejado atrás todas mis vivencias y logros, la mayoría de mi familia, lujos y comodidades.
Mi preparación académica y el obtener mis metas, en mi primeros treinta, años fueron mis prioridades tener que trabajar para pagar mis estudios y ayudar a mantener a mi familia, no me permitió tener hobbys, practicar deportes y mucho menos estudiar otro idioma hasta que la necesidad por lograr ciertos objetivos en edad adulta me llevó a incursionar en el aprendizaje del idioma inglés.
Realmente en esta parte de la Florida la población hispana es enorme y quizás la solución en tener amigos hispano parlantes, pero siempre tengo que hacer que las cosas sean difíciles para mí, así que estoy intentando, a mis años, por respeto a este país comunicarme en su idioma con mayor fluidez.
Tengo un master en ‘”oficios del hogar”. Al principio fue duro prescindir de lo que estaba acostumbrada, pero mi realidad es ésta y la afronto.
La comida típica de mi país la puedo disfrutar en un lugar llamado Arepas, donde los dueños son venezolanos, preparan saludables y deliciosos platillos por precios tan baratos, que hace innecesario el cocinar. De todas formas a mi familia no le gusta mi sazón  
Me las estoy ingeniando para no quedarme en casa y seguir aprendiendo con la finalidad de lograr incorporarme a una actividad que me permita obtener un trabajo que me produzca satisfacciones personales y monetarias.
Al inicio de 2005 obtuve mi licencia de Realtor de la Floridaespecializándome en inversiones para estar preparada para enfrentar el duro mundo del negocio inmobiliario. Estoy en trámites para revalidar mi título de abogado; así que se abre un camino y otra búsqueda.
En la Florida, he hecho amigos, con los que he compartido diversas circunstancias y en quienes me he refugiado para hacer más fácil mi vida en este país.
La cultura norteamericana tiene varias formas de ser vista. Es frecuente oir que la gente es fría y sólo piensa en el dinero. Después de vivir varios años en EE.UU, me doy cuenta que gracias a la forma de ser de su gente es que los inmigrantes tenemos un país donde refugiarnos con seguridad personal y jurídica.
Yo estoy de acuerdo con gran parte de sus costumbres: la que cada quien pague su cuenta en un restaurante  o en un viaje o en una actividad social. La que los hijos se vayan al tener la mayoría de edad de sus casas. Que se cumpla la ley con rigurosidad. El respeto por el tiempo y la privacidad de los demás.
La justificación es sencilla. No te privas de invitar a alguien por no tener dinero para pagarle. Es la oportunidad de descansar después que les has dedicado a los hijos gran parte de tu tiempo. El pago de las multas por infracciones afecta el bolsillo y por lo tanto hace que la gente sea prudente y obedezca. Es gratificante la puntualidad en los compromisos de negocios y sociales, sabes cuando se inician y terminan. Las visitas se hacen programadas de acuerdo al tiempo disponible, por lo tanto se es prudente, considerado y oportuno.
Los latinos somos alegres, fiesteros y muy amigables, mi casa es tu casa. Siempre tenemos los abrazos abiertos para recibir a un amigo, sólo por el hecho de tener su afecto. Esas cualidades son maravillosas y me alegra poseerlas.
La inmigración de clase media contribuye y favorece el enriquecimiento de esta nación; es fabuloso tomar todo lo bueno de cada cultura para el florecimiento individual y general.
Mi mayor tribulación radica cada vez que me trabo para hablar adecuadamente el inglés, mis interlocutores lo perciben, muchos de ellos se ríen o se impacientan y yo me siento humillada, apenada e inútil. Son frecuentes las lágrimas inundando mis ojos y otras tantas las oportunidades que me las seco y sigo adelante.

Mi minusvalía en el inglés, tiene un gran soporte, mi amiga y traductora Fanny  Fanny es mi voz, logra captar rápidamente lo que deseo expresar y lo plasma, por escrito, en el idioma Nacional, así que la información fluye correctamente.

Es duro de aceptar, aunque USA es un país justo, que la discriminación es latente; más cuando no dominas a la perfección el idioma. Soy latina y me enorgullezco de ello, pero duele saber que soy un inmigrante más.

Amo a Venezuela. La gente no debería marcharse de su país por razones de inseguridad, irresponsabilidad y mala gerencia de los gobernantes. 


CONTINUARÁ



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