domingo, 5 de mayo de 2013


HISTORIAS DE LA VIDA REAL


LA MADRE SUSTITUTA

Los hijos de mi esposo son una parte importante de mi historia, me hubiere gustado que el destino les diera tiempo para aceptarme y quererme de una manera especial.
Yo llegué a sus vidas prematuramente y en momentos dolorosos para ellos. El lugar y el amor de una madre nadie, ni nada lo sustituye. Estoy consciente de esta situación, pero quiero pensar que he dejado en ellos, huellas. He tratado por todos los medios de incorporarlos a una vida familiar, donde siempre estuvieron incluidos  sin egoísmos, ni mal intenciones  con el único interés de mantenerlos a nuestro lado; el elogio cuando alcanzan sus triunfos y el apoyo incondicional en sus momentos difíciles.
Recientemente viajamos a Argentina en ocasión de acompañar a Drini, prima de los hijos de mi esposo  en la celebración de los 15 años de su hija, Madelaine. 
La estadía en Buenos Aires me dio la oportunidad de saber un poco más sobre Drini y su hermana Dina. En un almuerzo informal, las hermanas contaban parte de sus vivencias. Narraban que después de perder a su mamá, una a los 5 años y la otra a los 4, su alegría era ir las vacaciones de verano a la casa de su tía-la hermana de su mamá-en Venezuela, para compartir con sus primas  quienes son casi de la misma edad, momentos familiares y de amistad.
Lo hicieron en varias oportunidades hasta que, también, la mamá de los hijos de mi esposo, fallece.
Inmediatamente una profunda ternura y una gran tristeza se apoderó de mí.
Reconocí la sensación que he experimentado cuando estoy al lado de Alexandro, me sentí una intrusa. Yo no debería estar allí, ni en sus vidas; lo justo es que la muerte no les hubiere arrebatado a sus seres queridos.


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