miércoles, 10 de abril de 2013


FORJANDO UN FUTURO .

Katerina trabajaba durante el día para pagarse los estudios de Derecho. Consiguió un cargo como recepcionista en una importante empresa, allí se ganó el afecto y respeto de sus compañeros y jefes. Pero necesita ganar más dinero, el sueldo apenas le alcanzaba para sufragar la cuota universitaria y sus gastos personales. Gracias a que vivía con sus padres, no pagaba alquiler de casa, por lo que decide buscar otro empleo. La empresa Nestlé estaba solicitando una recepcionista para sus oficinas principales, ubicada en la capital del país, localizada en una de las zonas industriales, Los Ruices, y Katerina sin titubear, pide ser entrevistada. El Director de Recursos Humanos, la somete a una serie de preguntas y tests. Katerina se asusta, su mente hace cuestionamientos: “no estoy optando para ocupar un cargo de alta gerencia’, más aún cuando en uno de los tests, le pedían que describier la actitud ante los problemas de la vida., ¿“qué tiene que ver esto con este modesto puesto”?, no obstante, contestó: “cómo afrontar la vida, si no sabes que el sol nace todos los días y que su brillo nos trae una nueva esperanza”. A los pocos días la llamaron para darle el cargo, pero necesitaban que estuviera allí a la mayor brevedad. Katerina tuvo que pedir excusas pero no podía comenzar de inmediato, necesitaba avisar con suficiente tiempo a la empresa donde trabajaba para que ellos buscaran su reemplazo. Su sentido de la responsabilidad y de lo correcto estaba por encima de sus necesidades. La Nestlé le comunicó que esperarían por ella el tiempo que fuere necesario.
Para Katerina ese era el trabajo perfecto porque no atendía la central telefónica sino a los visitantes, más contaba con la colaboración de un asistente, Mario quien era el portero, por lo que le permitía dedicarle tiempo a sus estudios. Allí tuvo grandes satisfacciones. Conoció a Mariam, que ha sido una de sus mejores amigas: al abogado Gerardo Oliva, quien era el Director de Recursos Humanos, que luego de pasar el tiempo se reencontrarían y trabajarían juntos profesionalmente.

Todos los años la empresa elegía entre las jóvenes solteras, su reina. Katerina se postuló en una oportunidad. Eran varias candidatas y se sometían a votación. Los votantes eran los compañeros de trabajo y los jefes. Recuerda que el personal del Laboratorio de la Nestlé se convirtió en su Comité de Campaña; hicieron pancartas por todas las Oficinas para promocionar su candidatura. Fueron tan efectivas que ese año Katerina fue nombrada La Reina. El cariño con que fue tratada durante su permanencia en la Nestlé, la estimuló y alimentó su autoestima.

Morio , el portero, era solterón y Haydee, una muchacha que había criado su abuela que ya la estaba dejando el tren, eran unas almas solitarias deseosas de encontrar compañía, por lo que Katerina, que le encanta hacer el papel de Celestina, los presenta un día. Dios hizo el resto. Se casaron y tuvieron una hija.
Se acerca la graduación de Katerina, inicia el último año de su carrera, es hora de buscarse un trabajo en los Tribunales de Justicia para adquirir práctica. Decide renunciar a su empleo como recepcionista y logra entrar como escribiente en un Tribunal Superior.
El juez de ese juzgado era el Dr. Pedro Alid Zoppi, quien se convirtió en el maestro de Katerina, a él le debe muchos de sus éxitos profesionales. El Dr. Zoppi fue su mentor, protector, su guía y su libro constante de consulta. Este sabio hombre llegó a ser el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, ocupando el más alto cargo dentro de su carrera de magistrado.
De él aprendió muchas virtudes, la más importante: humildad. Siendo un hombre tan importante y Katerina, un pichón de abogado, nunca dejó de atender, contestar las llamadas y consultas que ella le hacía. Durante los años que compartieron casos legales, casi 15 años, siempre permaneció a su lado sin vanidades ni poses.
Llega el día de la graduación, mientras Katerina está en la fila con sus otros compañeros de clases para entrar al Aula Magna donde le harán entrega de su título de abogado, empieza a sentir una emoción tan grande que embargó todo su cuerpo, algo indescriptible que jamás ha vuelto a sentir. No sabía si fue porque a partir de ese momento podría dormir completo, ya no tendría que estudiar de noche en la universidad, ni quedarse muchas veces hasta la madrugada cuando tenía exámenes y luego ir a trabajar durante el día, o simplemente porque alcanzaba una importante meta.
Termina el acto académico. Afuera esperan a Katerina sus padres, hermanos y la persona que ella más ha querido en su vida: Beatriz , su abuela, a quien le entregó de inmediato su medalla.

CONTINUARÁ

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