martes, 9 de abril de 2013

REBELDE E INDEPENDIENTE Katerina, hizo sus estudios de primaria, en seis ciudades diferentes, su papá era el propio judío errante. Retrocede el tiempo y sus recuerdos la llevan al Oriente del país, a Santa Inés, un pueblo casi en ruinas, de calles polvorientas, donde cursó su tercer grado. Allí Katerina se inicia en el mundo de los negocios. Preparaba papeletitas de harina de maíz tostado con azúcar y los vendía para pagar sus modestos gustos. El momento más gratificante era el regreso a casa. En esa época, sólo privilegiados, entre los cuales no estaba su familia, tenían nevera, por lo que su mamá compraba hielo y preparaba un gran tazón de limonada helada y con ella los esperaba cuando volvían del colegio. Para sus hermanos no sabe qué significaba encontrase con esa bebida fría; para ella era lo que más anhelaba. Así fue pasando el tiempo, con pocas posibilidades económicas, pero con un deseo ya indetenible de cambiar su futuro. Katerina estaba cursando el segundo año de la secundaria, sólo tenía 13 años, para ese entonces estaban radicados en Caracas. Un día su papá habló seriamente con ella informándole que había decidido que era ya una mujer y que debía prepararse para ser una buena esposa, por lo que era conveniente que realizara un curso de cocina, prohibiéndole por lo tanto que continuara con sus estudios. La mamá de Katerina a las 6:00 AM,antes de que repuntara el alba y de que su papá se levantara, le abría la puerta para que pudiera ir a estudiar. Contra viento y marea, trabajando de día y estudiando de noche, con la ayuda Dios por encima de todo, se graduó de abogado. CONTINUARÁ

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