miércoles, 24 de abril de 2013

HISTORIAS DE LA VIDA REAL 

Katerina enfrenta  el rechazo de los hijos de  Adolfo 


UNA FIGURA NO DESEADA

Adolfo   ha amado a Katerina  profundamente, El Príncipe azul de los sueños de una mujer, hecho realidad.
Adolfo se convirtió en el padre de su hija . Un día sin que nadie lo esperara, le dijo: papá. El ha sabido ganarse su amor. La ha querido, educado, protegido, mantenido y cuidado como un verdadero padre
Adolfo  tiene dos hijos de su primer matrimonio. Como toda historia de la vida real, no todo es color de rosa. Katerina se convierte en la madrastra y se inicia otra de sus luchas. Ellos pierden a su madre, quien muere de un cáncer que la mantuvo varios años en un constante sufrimiento, siendo muy jóvenes, él tenía 16 y ella 18 años, a esto se unió el hecho que  Adolfo  es un padre consentidor y complaciente. Quizá por la muerte de su esposa a temprana edad, por el sentimiento de culpabilidad al casarse de nuevo, los llenó de todo lo que ellos deseaban. Katerina joven y sin experiencia en estos menesteres, se encuentra con dos adolescentes tremendamente voluntariosos, sin duda afectados por tan triste pérdida y con un frontal rechazo de parte de ellos.
Estaban a la deriva, no sabían qué hacer. El hijo menor de  Adolfo  permanecía en casa como si fuera un hotel, entraba y salía de acuerdo al horario que a él le convenía. No trabajaba, no deseaba estudiar, ignoraba la presencia de Katerina y el lugar que ocupaba ya en la familia. Traía a la casa mujeres y se encerraba con ellas en el cuarto. Para ese entonces a Katerina le parecía una falta de respeto. No entendió que para ese joven adolescente su habitación era su territorio, su refugio.  Donatella ,  la hija mayor, que estudiaba en New York abandona los estudios y regresa a casa. Ella, que al inicio de la relación de su padre con Katerina, se convirtió en su amiga, después de casados entabla una rivalidad, sin justificación, que hizo tambalear el matrimonio.
Llegó el divorcio.
La rígida educación de Katerina, acostumbrada a ganarse cuanto tenía le hacía considerar inaceptable que sus hijastros perdieran el tiempo y no lo utilizaran en su provecho, los hostigó para que se buscaran un oficio. O trabajaban o estudiaban, pero no podían permanecer en casa sin hacer algo productivo. Las peleas eran interminables.
Dina , la abuela por parte de madre, de los hijos de  Adolfo  , fue un gran apoyo en la lucha de Katerina por integrarlos a la famila. Dina una mujer que debió ser muy hermosa en su juventud, rubia, de ojos azules, de porte distinguido, carácter fuerte, inmigrante de Rumanía, en la época de que que se implementó en su país el comunismo, llevando a cuesta la muerte de sus dos hijas por la terrible enfermedad: el cáncer.Dina se convirtió en una amiga para Katerina, pasaban largas horas conversando, se hacían mutuas confidencias. Fue tanta la confianza, que Dina hizo partícipe a Katerina de secretos, que así quedarán, para aliviar su alma o compartir tristezas. Dina, después de sufrir mucho en la vida, murió recientemente y con ella el punto de unión de la familia.
Katerina, sin querer sustituir a la madre de los hijos de sus esposo, deseaba protegerlos, quererlos y que ellos la quisieran, hizo todo lo posible para que fueran una familia. Propiciaba pasar vacaciones y las fechas significativas juntos. Les celebraba sus cumpleaños y sus logros, como una manera de incorporarlos a su vida. Katerina ansiaba que se involucraran y participaran como miembros, que sintieran que eran bienvenidos a su nueva familia.
La indiferencia era una buena opción para Katerina, hacer como que ellos no existían, era más conveniente sacar a sus hijastros de su vida, total no le faltaba nada,  Adolfo  era esplendido con ella. Katerina cuenta con una familia numerosa.¿ Para qué los quería formando parte de su entorno?. Porque eran los hijos de  Adolfo  y ella lo amaba profundamente. Quizá esa era una razón, pero la más poderosa es que eran seres humanos que ella creía la necesitaban.


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