DE LO QUE TE HAS PERDIDO

 Si ha mantenido un matrimonio por compromiso social, familiar y económico , se ha perdido de lo mejor de la vida: El amor.  Esos matrimonios que han permanecido unidos sólo por convencionalismos sociales, el sentido del deber y el miedo a la soledad o al rechazo familiar o social, donde la mujer tuvo que enfrentar la tiranía del marido y su dominio sobre ella y sus hijos. Puede acontecer, que los hijos era lo que los mantenía juntos y que ya ambos no tienen nada en común. Los hijos anulan  la libertad y la independencia. En la etapa de la edad dorada optan por abstenerse de cualquier contacto físico que involucre el sexo o las caricias. Conviven como amigos, y otros como  enemigos, se toleran y soportan pero nunca recuperan la ilusión de una relación basada en sentimientos propios de amantes.

Por el contrario lo que llevaron una vida de gozo en todo los sentidos  disfrutan su madurez con ternura, agradecimiento , satisfacción , donde el sexo no es relegado ni olvidado , reaparece no con la intensidad y frecuencia del inicio pero se acude a él como testimonio de que  “donde hubo fuego quedan cenizas ”.

La edad dorada es una nueva oportunidad para hacer lo que teníamos pendiente, para incursionar en el disfrute pleno del sexo sin interrupciones inesperadas, hacer realmente el amor. Tomar clases de baile, teatro, canto. Renovar metas, planes y proyectos. 

Si llegó la vejez  con la satisfacción del deber cumplido. Ya los hijos crecieron con el amor y la educación de sus padres. El trabajo de tantos años  ha dejado sus resultados, permitiendo tener una manutención digna, entonces ¡a volver a gozar de la vida! Quizás la pareja dejó sin realizar algunos sueños y ahora es la oportunidad de hacerlos realidad.

Las parejas sin hijos llegan a la edad de oro más unidos que nunca por cuanto su vida en común estuvo llena de diferentes intereses que suplieron la presencia de descendencia  haciendo más fuerte los lazos afectivos y la complacencia mutua.